sábado, 28 de abril de 2012

La llave de Oro, por Emmet Fox / INTRODUCIÓN


Una noche le pregunté a Conny Méndez: 
“Bueno Conny, ¿y cómo fue que tú comenzaste en la Metafísica?”
Conny sentada en su butacón,  comenzó a decirme: “Estábamos en Nueva York cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y mí esposo y yo queríamos venir para Venezuela y no encontrábamos forma. A través de algunos contactos encontramos la manera de viajar en un barco carguero que le tocaba pararse en Puerto Cabello.
“Nos embarcamos y a bordo nos encontramos, en circunstancias similares a las nuestras, al sabio Henri Pittier y a su señora, quienes tenían que trasladarse también a Venezuela”. “Estuvimos una semana dentro del barco y sin poder salir de la bahía de Manhattan, porque un submarino alemán nos estaba acechando en el océano para hundirnos. Junto a nuestro barco había ocho más que iban a diferentes partes del mundo y no podían salir”.
“Al fin salimos y nos vinimos costeando, navegábamos solamente de día, y de noche nos parábamos y se apagaban todas las luces para que no nos descubrieran”.
“Dentro del barco se vivía un clima de angustia, sólo la Señora Pittier cantaba, con los marineros y estaba feliz. No pude aguantar más, y la agarré un día por la pechera y le dije: “¿Cómo es posible que estemos en una guerra y usted aquí bailando como si nada? ¿Usted no sabe que en cualquier momento un submarino alemán nos puede hundir?”
Y la Señora Pittier me respondió: “a nosotros no nos va a pasar nada, porque Dios está con nosotros”. – Y yo le respondí: “¿Y por qué Dios no está con los soldados en la guerra para que no los maten?”. La Señora Pittier me dijo: “Conny, como ellos no saben que están con Dios no tienen Su Protección. Dios actúa a través de la conciencia”. Después de muchos días navegando llegamos a Puerto Cabello y todo el pueblo nos estaba esperando.” Cuando nos bajamos la gente nos decía: “Se salvaron. . .se salvaron”. Y allí nos, enteramos que de los nueve barcos que habían salido de Manhattan, sólo el nuestro había llegado a destino. Entonces me dirigí a donde estaba la Señora Pittier, la volví a agarrar por la pechera y le dije: “Usted nos ha salvado. ¿Qué sabe usted para tener ese poder?” Y ella me dijo: Metafísica. Entonces yo le pedí que me diera algo, para yo poder aprender Metafísica, y ella solamente me regaló el folletico “La Llave de Oro” de Emmet Fox.  Conny haciendo una inflexión en su voz me dijo:Pasé 20 años leyéndome ese sólo folletico de La Llave de Oro y logré solucionar todos mis problemas." Después de la Guerra, volví a New York y un día que pasé por la puerta del Carnegy Hall vi que el propio Emmet Fox estaba dando una conferencia allí. Me metí y después de todo, me hice su discípula.”

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